sábado, 11 de agosto de 2012

El derecho a saciar el hambre no admite demoras

Comisión de Enlace de Socialisme 21 y XSUC

¡EL DERECHO A SACIAR EL HAMBRE NO ADMITE DEMORAS!
¡SOLIDARIDAD CON LOS COMPAÑEROS DEL SAT DE ANDALUCIA!

Desde una Cataluña en la que la mayor parte de su ciudadanía vive cada día peor, queremos expresar nuestra fraternal solidaridad y simpatía con la acción ejemplar de expropiación de alimentos en los supermercados de Mercadona  en Écija y  de Carrefour en Arcos de la Frontera para su entrega a los colectivos necesitados.  Saludamos esta iniciativa  de centenares de personas en paro y sindicalistas del Sindicato Andaluz de Trabajadores que ha encontrado la simpatía y solidaridad de la mayoría de la sociedad andaluza y catalana.

Una expropiación por un valor ínfimo, contrasta con las millonarias cifras de expolio de nuestro patrimonio y derechos sociales por las grandes empresas y banqueros. No es momento para reclamar respeto para las propiedades de una minoría que está saqueando al conjunto de la sociedad, mientras el hambre cabalga desbocado por los campos y ciudades de Andalucía y España, conforme el paro y la pobreza se agravan.

Es momento para denunciar de todas las formas pacificas posibles que una pequeña élite de supermillonarios se enriquece mientras el gobierno de Rajoy saquea las arcas públicas en beneficio de banqueros especuladores y ladrones. Decir en voz muy alta y con acciones firmes, que mientras se recortan los derechos para "recuperar" la economía, en realidad solo se recupera la "economía" de los grandes financieros y el estado español alcanza el 24,63% de paro. Ello supone que  1.737.600 hogares tienen todos sus miembros en paro, de los que 600.000 no perciben ningún ingreso. La pobreza relativa alcanza el 21,8%, una situación que llama a la rebeldía.

En Andalucía  la situación social es todavía peor: Una tasa de paro del 33,92%, 500.000 hogares con todos sus miembros en paro, una pobreza relativa que supera ampliamente el 30%.  Mientras la cadena Mercadona declara, en plena agudización de la crisis, haber obtenido 474 millones de beneficio neto en 2011 (19% de incremento respecto 2010) y Carrefour reconoce en el mismo periodo 371 millones de beneficio. 

Por ello felicitamos la acción simbólica de los compañeros/as del SAT que ha puesto al desnudo las miserias e injusticias del sistema, y las incompetencias y cobardías de los gobernantes en España y Andalucía. Queremos también expresar que es también un llamamiento a la acción, a que el pueblo soberano adopte las medidas necesarias en defensa de sus derechos, en primer lugar a la vida.

La inmediata  respuesta represiva del Ministro del Interior, el coro histérico de las gentes de orden que exige “respetar la ley”, contrasta con su pasividad y silencio cómplice ante los banqueros y empresarios estafadores que han llevado el país a la ruina.

Frente a ello 
nos convocamos a organizar la solidaridad contra la represión sobre las gentes honestas y valientes del SAT, 
nos convocamos a organizarnos y seguir su ejemplo, 
nos convocamos a exigir al gobierno de España la retirada de los recortes del gasto social e inversión públicas, la derogación de las “contrareforma laboral” y de los recortes a la prestación de desempleo, el reparto del trabajo mediante la reducción de la jornada a 32 horas a la semana, el reparto de la riqueza a través del combate del fraude fiscal y la creación de un impuesto a las grandes fortunas.
Nos convocamos a exigir al gobierno de Cataluña el cumplimento de los compromisos con la Ley de la dependencia y la aprobación de una Ley de Renta Garantizada Ciudadana para que todas las personas tengan cubiertas sus necesidades básicas

¡Ni un euro para pagar la deuda a los bancos extranjeros mientras haya paro y hambre en España!

martes, 29 de mayo de 2012

Bankia: el plan


Bankia: el plan
Enrique Viaña Remis | Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM)
Fuente: Killer Cost (http://killercost.blogspot.com.es/)

Bankia está lejos de atravesar una situación desesperada. Su problema es incapacidad de cumplir los requisitos de la reciente reforma financiera, que imponen la dotación de mayores provisiones para insolvencias en la cobertura de sus riesgos. Las cifras de Bankia no satisfacían los requisitos, y no permitían confiar en que lo haga antes del límite temporal estipulado (diciembre 2012). Los depositantes y accionistas reaccionaron con desconfianza a las noticias. Hubo retirada de dinero, la cotización bursátil de Bankia se hundió y arrastró al conjunto de valores bancarios. A comienzos de la semana pasada, Rodrigo Rato cesó como presidente y para sucederlo fue elegido José Ignacio Goirigolzarri. Finalmente, el viernes 25 y el sábado 26 de mayo, el nuevo presidente presentó su plan.

El plan cuenta con 23.464 millones de euros del gobierno. De ellos, 4.464 millones corresponden a capitalización de la deuda que Bankia tiene contraída con el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria). Los 19.000 millones restantes recapitalizarán BFA (Banco de Financiación y Ahorro, principal accionista de Bankia) y Bankia propiamente dicha. Al término del proceso, este mismo año, Bankia dispondrá de un capital principal elevado al 9,5% de sus activos ponderados por riesgo, lo que satisface de sobra los requisitos de la legislación española.

Un aspecto clave del plan es la renuncia a capitalizar deuda privada, tanto preferente como subordinada. Esto es crucial para las perspectivas de Goirigolzarri de devolver al gobierno el dinero de los contribuyentes. Como él mismo dice, el plan requiere capital, no «ayudas». Tratándose de capital, el dinero que se proporcione a Bankia será recuperable mediante venta de acciones en poder del gobierno. Así pues, el plan básico es un rápido retorno a la cotización bursátil. Si el mercado cree que Bankia ha recibido suficiente capital, la cotización de sus acciones subirá y el gobierno podrá recuperar la inversión gradualmente.

El plan Goirigolzarri parece sensato, juzgado desde una óptica microeconómica. Si sus previsiones se cumplen, en cuanto a capital obtenido, hay una razonable probabilidad de que tendrá éxito aunque sus resultados tardarán en manifestarse. El principal problema radica, no obstante, en las complicaciones macroeconómicas. Goirigolzarri ha presentado al gobierno una petición de fondos como si el gobierno fuera un inversor privado en busca de colocación para un exceso de capital disponible para la inversión. Una situación bastante distinta de la que realmente prevalece. El plan asegura a Bankia un completo saneamiento de sus estados financieros. Por tanto, es probable que sea percibido por la banca privada como sostenimiento desleal de uno de sus miembros. Incluso si el gobierno pudiera reunir fondos hasta totalizar esos 19.000 millones de euros para ponerlos a disposición de Bankia, sería absolutamente incapaz de hacer lo mismo por el resto de la banca.

La cuestión de si el gobierno español será capaz de reunir 19.000 millones de euros para Bankia es de difícil respuesta. El gobierno acaba de recortar gastos educativos y sanitarios por importe de 10.000 millones, con vistas a compensar recientes revisiones al alza del déficit público registrado en 2011. Las necesidades financieras de Bankia doblan esa cifra. Muchos creemos, con el presidente francés, François Hollande, que España no tendrá más remedio que acudir a los fondos europeos en petición de ayuda para solventar el caso. Pero el gobierno ha hecho causa de que España no necesita ser rescatada, y el propio presidente, Mariano Rajoy, censuró a Hollande hace unos días su «ignorancia» a la hora de hablar de los bancos españoles. En conjunto, parece que el gobierno está dispuesto a lo que haga falta con tal de no reconocer también su error en este ámbito. Habla de que las necesidades de Bankia suponen deuda y no déficit, y esto quiere decir – como se ha aclarado – que el gobierno emitirá deuda para suscribir las ampliaciones de capital de Bankia y BFA. A continuación, Bankia utilizará esa deuda para obtener financiación del Banco Central Europeo.

El asunto candente, por tanto, es si el BCE aceptará el procedimiento en este caso, que lo llevaría a adquirir (aunque sea de forma temporal, que podría terminar siendo definitiva si todo acaba mal) deuda española, cosa que ha decidido no hacer más tras haberlo hecho en meses pasados. Rajoy recorrió dos continentes defendiendo su tesis de que el BCE debe continuar haciendo lo que el propio BCE ha declarado no querer volver a hacer, y ahora el gobierno español se descuelga con una maniobra de ingeniería financiera para obligar al BCE a hacerlo. En todo caso, tenemos el precedente irlandés. A principios de 2009, el gobierno de ese país tuvo que rescatar a su principal banco, el Anglo-Irish Bank (AIB), y el procedimiento fue similar al planeado ahora por el gobierno español. El BCE terminó aceptando el procedimiento, pero el resultado fue que el BCE adquirió de hecho, en el proceso, la prerrogativa de decidir cuándo la cosa había llegado demasiado lejos e imponer al país su rescate formal a pesar de que el gobierno se resistió a ello como gato panza arriba.

Construyendo LA IZQUIERDA


Construyendo LA IZQUIERDA
Javier Caso Iglesias | Analista Político
Fuente: Pasión por la Dialéctica (http://javiercasoiglesias.blogspot.com.es/)

El pasado sábado día 26 de Mayo (en Madrid) hemos dado un primer paso en la creación de ese Espacio Unitario Estatal AGRUPADOR de las diferentes organizaciones políticas en las que se organizan Socialistas a LA IZQUIERDA. Le hemos dado provisionalmente el nombre de Construyendo LA IZQUIERDA y se trata de una opción con militancia abierta, o sea, que se permite la doble militancia o la doble adhesión a dos proyectos políticos. Se puede ser simpatizante, adherente, colaborador, activista o militante de Construyendo LA IZQUIERDA (cada cual determina su nivel de compromiso) y, al mismo tiempo, se puede estar afiliado a otra opción política de LA IZQUIERDA. Esta posibilidad, la relativa a la participación en más de un espacio político, es una de las mejores cosas con que cuenta este proyecto; pues posibilita la cercanía y el trabajo colaborativo en red en aras de esa convergencia de LA IZQUIERDA que este país necesita para salir de esta situación de crisis estructural y sistémica que padecemos.

La denominación Construyendo LA IZQUIERDA se ha elegido por definir al proyecto tal como es, esto es, un proyecto inclusivo y que vamos a construir, permanentemente, con todas aquellas organizaciones políticas, sociales, sindicales, culturales y personas a nivel individual que se sumen al mismo; pues es un proyecto en refundación constante de LA IZQUIERDA alternativa al sistema; al objeto de hacerla inclusiva -de todas las personas y organizaciones que se reclaman como tal-, amable y verdaderamente alternativa al sistema y no testimonial como hasta ahora ha estado aconteciendo con las representaciones políticas denominadas de izquierda; proyecto de refundación que se lleve a efecto de abajo a arriba y mediante trabajo horizontal y en red; proyecto de refundación, en construcción permanente, en el que todos sus componentes van a recibir, por ello mismo, el calificativo de fundadores y promotores de esta iniciativa política que nace como coalición, como movimiento, político y social.

Estamos trabajando en la elaboración de un MANIFIESTO de Construyendo LA IZQUIERDA en la que se define a esta como una organización ecosocialista y antineoliberal que se constituye como Movimiento Político y Social abierto, a los y las ecologistas, feministas, pacifistas, sindicalistas, altermundistas y personas procedentes de las tradiciones eurocomunistas y comunistas, pero que entienden de la necesidad de construir algo nuevo. Nos consideramos, por tanto, ecosocialistas y partidarias y partidarios de un trabajo horizontal y en red.

Como decíamos recientemente, no se trata de la creación de ningún partido nuevo. Se trata simplemente de un proceso de coordinación y federación de las organizaciones políticas existentes que agrupan a socialistas de izquierda, o sea, organizaciones políticas ya constituidas, esto es, legalizadas e inscritas como tales en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio del Interior; y que llevan funcionando, algunas de ellas, décadas.

Lo nuevo aquí es el propio Espacio Unitario, político y de ámbito estatal, AGRUPADOR. No se crea ningún nuevo partido, intentamos AGRUPAR (a través de la fórmula jurídica que las organizaciones políticas a federarse determinen), lo existente.

¿Gobierno de coalición? De los partidos sistémicos y los diversos modos de mandar


¿Gobierno de coalición? De los partidos sistémicos y los diversos modos de mandar
Manolo Monereo Pérez | Escritor y politólogo
Fuente: Emancipación (http://manuelmonereoperez.blogspot.com.es/)

Se vuelve a discutir en los mentideros de la "villa y corte" de un posible y hasta deseable gobierno de coalición PP-PSOE. ¿Las razones?  La incapacidad del gobierno; el agravamiento de la crisis y la creciente contestación social. Más allá, la perceptible separación entre la "clase política" y la ciudadanía, incluido "la madre de todas las alarmas" el Rey y la institución Monárquica.

No es la primera vez que se defienden posiciones como estas o, más tímidamente, de unos nuevos "Pactos de la Moncloa", es decir, un gran acuerdo político-social para "salir de la crisis”. El asunto no parece fácil: de un lado, porque las políticas que se viene aplicando muestran la radical incompatibilidad entre el capitalismo que emerge en la crisis  y los derechos laborales, sociales y sindicales de los asalariados. Como recientemente ha dicho el Presidente del BCE, en la Unión el Estado Social está en proceso de desaparición y es poco o nada lo que se puede ofrecer a los sindicatos y a los ciudadanía; de otro, porque una "gran coalición" es siempre la penúltima opción, más allá, no queda territorio donde retirarse: Grecia aporta muchas enseñanzas. Quizás, lo nuevo que emerge es que los que realmente mandan empiezan a dudar de la capacidad de este gobierno para gestionar con cierta eficacia una crisis a la que no se le ve fondo y, lo que es más grave, donde se están agotando los márgenes de maniobra.

La cuestión del bipartidismo emerge así con sus límites y contradicciones.

Para que el sistema funcione se debe combinar una acuerdo de fondo en lo básico, tal como lo definen los que mandan, y un imaginario social de disputa y alternancia. Hay un juegopolítica y mediáticamente construido, donde las estridencias, insultos y feroces desavenencias se combina, sin grandes sobresaltos, con los acuerdos, consensos y diversos requerimientos que la coyuntura política impone. El bipartidismo es y ha sido un modo de organizar el sistema político para que los poderes económicos impongan sus dictados a la soberanía popular.

La crisis ha modificado radicalmente la situación. La alternancia no cambia casi nada y las políticas que realmente se hacen son similares, las hagan quien las hagan. Conforme avanza la crisis se va hablando de partidos sistémicos poniendo el acento, no solo en lo mucho que les une sino en su perdida de centralidad y el peligro que eso supone para el futuro del Régimen político

El PSOE y el PP -a los que habría que añadir Convergencia y Unión y al PNV- han compartido y comparten, en primer lugar, un mismo modelo de política exterior, estrechamente alineada con la administración Norteamericana y orgánicamente ligada a la defensa de los intereses de Occidente. No hay que olvidar que una de las últimas decisiones de Zapatero fue la participación activa de España en el, así llamado,"sistema de defensa antimisiles" impulsado por los EEUU y ejecutado por la OTAN. Rota se convertirá en un dispositivo estratégico en el nuevo diseño político-militar norteamericano en el Mediterráneo, en momentos donde los equilibrios geopolíticos están cambiando aceleradamente en la zona.

En segundo lugar, ambas fuerzas están de acuerdo con este tipo de  integración europea y ambas han defendido, sin fisuras, sus orientaciones políticas fundamentales y lo siguen haciendo hasta hoy. La Unión ha sido instrumento fundamental en el desmantelamiento del Estado Social y el medio más potente para imponer las políticas de austeridad y recortes de derechos sociales y sindicales a las ciudadanas y ciudadanos europeos.

En tercer lugar, PP y PSOE, defienden, también sin fisuras, el sistema institucional existente y la aplicación  regresiva de la vigente Constitución. Baste para ello tomar nota de la reciente reforma constitucional, realizada a propuesta del PSOE, o del posicionamiento de las fuerzas mayoritarias frente a los escándalos y corrupciones relacionadas con la Monarquía, por no hablar de su oposición real a efectuar cambios democratizadores en el sistema electoral o crear dispositivos jurídicos y políticos capaces de combatir eficazmente las causas y los mecanismo de la corrupción.

En cuarto lugar, ambas fuerzas han impulsado y defendido hasta sus últimas consecuencias el modelo de crecimiento económico hoy en crisis y, sobre todo, el patrón de poder al que está asociado. La supeditación de la entera clase política al dominio del capital financiero-inmobiliario ha sido una constante en este período y lo ha sido mucho más después de que este entrara en decadencia, hasta el punto que la gente se ha dado cuenta que ellos son los que mandan y que el bipartidismo político es su instrumento privilegiado de dominio.

En quinto lugar, lo fundamental, PP y PSOE, han apostado y apuestan por una “salida neoliberal a la crisis del neoliberalismo”. Lo que está haciendo hoy el PP, punto por punto. lo comenzó el gobierno Zapatero, es más, si se hubiese  producido el” milagro” del triunfo de Rubalcaba las diferencia con Rajoy serian mínimas. Ambos, como defendí antes de las elecciones, hubiesen convertido las elecciones en “fundacionales”, es decir, en el inicio de la transición a un nuevo Régimen político que poco tiene ya que ver con la Constitución del 78.Esto es realmente lo que estamos viviendo ahora.

Moraleja: la defensa  de la democracia social. de los derechos sociales fundamentales, de las libertades públicas y de la soberanía popular nos convierten en “antisistema”. La línea de demarcación es clara: democracia oligárquica o democracia participativa.

Lo diremos en serio aquí y ahora: democracia republicana. Lo otro, los partidos sistémicos y sus ocasionales amigos.

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El fracaso de la política de consenso en España

El fracaso de la política de consenso en España
Pedro González de Molina | Licenciado en Historia por la Universidad de Granada y Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Internacional de Andalucía.
Fuente: Socialistas a LA IZQUIERDA (http://socialistasalaizquierda.org/)

Después de la II Guerra Mundial se estableció en Europa occidental de mano de los Frentes Populares nacidos durante la guerra para combatir al ocupante nazi, o en Gran Bretaña de manos de los laboristas, una política de consenso entre capital y trabajo, entre sus representantes de la patronal y los sindicatos, y entre los partidos socialdemócratas y los demócrata-cristianos. Éste gran pacto suponía, por parte de los trabajadores, la aceptación de la sociedad de mercado y del capitalismo, se lograba la aceptación por parte de los empresarios de una fuerte política redistributiva a través de altos impuestos, un gran desarrollo de las políticas de bienestar (Estado del Bienestar o Estado providencia), la democracia política, políticas económicas keynesianas e incluso ¨ planificadas ¨, y reglas de trabajo plasmadas en los convenios colectivos pactadas por la patronal y los sindicatos (1). A ésta época se la llamó la ¨ edad dorada del capitalismo ¨, donde, en occidente, permitió unos buenos crecimientos económicos y un amplio bienestar de la mayoría de la población hasta ahora desconocidos en la historia. Ésta época se produjo en un momento en el que la estabilización de posguerra, la Guerra Fría, y la llegada al bienestar de los trabajadores hacía imposible la revolución en Occidente (2). España, debido a su situación parecida a la de Portugal y Grecia, al estar bajo el Régimen dictatorial del general Franco entró tarde en ésta dinámica, hasta los años 82 con la victoria del PSOE, y además lo hizo en un contexto dificilísimo provocado por la crisis económica mundial, las altas tasas de paro y la reconversión industrial.

El consenso se empezó a resquebrajar, aunque hemos tenido que esperar en la mayoría de los países a la llegada de la crisis actual para que éste estallase por completo, en el contexto de la crisis energética de los años 70 que produjo a su vez la crisis del modelo fordista y la crisis de las políticas económicas keynesianas. Ésto se produjo a partir de la propagación de las ideas neoliberales (Escuela de Chicago), tras su experimentación en Chile con Pinochet, donde los llamados ¨ Chicago Boys ¨, entre los que destaca Milton Friedman, ayudaron al gobierno del dictador en su política económica. Tras la subida al poder de Ronald Reagan, en EEUU, y de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña, se inició, con ayuda de las instituciones internacionales (FMI, BM, OMC, BID, etc.), la propagación de los postulados de esta teoría y la ¨ revolución neoconservadora ¨ en la política. A pesar de que las llamadas Reagonomics (3), como las bajadas de impuestos, fueron un fracaso, se logró extender las políticas neoliberales a numerosos países, ya sea a instancias del FMI y del BID (como casi toda Latinoamérica), o de motus propio, tras la caída de la URSS.

La caída de la URSS produjo un vacío existencial en la izquierda mundial, del que muchas no se han recuperado, pensando neciamente por parte de algunos socialdemócratas que eso les daba la razón a ellos. La izquierda europea, aunque también de otros lados, asumió la nueva teoría aparecida en los 80 de la ¨ Tercera vía ¨, luego aplicada por los gobiernos de Jospin (Francia), Felipe González y Zapatero (España), Schröder (Alemania), Blair (Gran Bretaña), etc. Ésta teoría y su aplicación práctica ha llevado a desdibujar las líneas entre la izquierda y la derecha, al asumir la primera un discurso técnico muy alejado de los ciudadanos, una política económica neoliberal y un contenido difusamente izquierdista en lo social y político. A pesar de los avances en materia social y en derechos (sobre todo civiles), cuando la situación económica ha empeorado éstos partidos iniciaron el abandono progresivo de todo lo conquistado, y por supuesto el abandono completo de nuevas conquistas. La adopción del lenguaje de la derecha permitió, poco a poco, que ésta le comiese terreno, y en la mayoría de los casos, que el potencial transformador de la izquierda quedara en suspenso.

El ideario neoliberal va en la lógica del Estado mínimo, más parecido al Estado gendarme del siglo XIX que a los estados providencia nacidos de la posguerra. El ideario neoliberal queda resumido en la siguiente frase de Milton Friedman: ¨ lo único que no se podría privatizar serían las fuerzas armadas, los tribunales y algunas carreteras y autopistas ¨. Dicho de otro modo, todo es susceptible de ser un negocio, no hay líneas rojas infranqueables en ésta ideología, muestra de esto que es que Ronald Rusmfeld, fiel seguidor de Friedman, terminó por semi-privatizar la guerra de Irak, llegando a haber 70 mercenarios por cada 100 soldados de EEUU. En otros términos, los llamados ¨ fundamentalistas del mercado ¨ defienden una reedición del laissez faire decimonónico, salvo que a escala mayor producto de la globalización, eso significa que el Estado se inmiscuya cero en la actividad del mercado (salvo para garantizar la propiedad y la seguridad necesaria), ya que éste se rige por la ¨ mano invisible ¨ (que es tan invisible que no existe) que todo lo equilibra, ya que según ellos el Estado es ¨ ineficiente ¨.

La aplicación práctica de sus políticas las estamos viendo a día de hoy, hace más ricos a los ricos y más pobres al resto, crea mayores desigualdades, más crisis cíclicas e incluso estructurales, provoca una depredación de recursos naturales sin precedentes, una concentración del poder cada vez en menos manos, aumenta enormemente la precariedad en las vidas de las personas y la inseguridad, aumenta la miseria, produce una concentración enorme de la riqueza en pocas manos, etc. Los efectos prácticos en la política los estamos sufriendo, y se resumen en que lo que está claro es que ha entrado en crisis es el modelo dominante de la democracia liberal-representativa, ya que el sistema electoral se ha mercantilizado, con grandes operaciones de marketing financiadas por empresas privadas, que ha llevado a Crouch a afirmar, en su libro la ¨ Posdemocracia ¨, que ¨ cuanto más liberalismo se filtre en la democracia mayor será la distorsión de la política electoral ¨. Además, el sistema en si es muy vulnerable a los grupos de presión (instituciones internacionales, lobbies, etc., como hemos aludido antes), de tal manera que Ulrick Beck ha afirmado que ¨ aquellos a los que votamos no tienen poder y los que tienen el poder no son votados por nosotros ¨.

El caso español es paradigmático, las antiguas normas laborales ya son un estorbo para los empresarios así que han sido borradas con la nueva (contra)reforma laboral. La educación se ha ido mercantilizando y volviendo más clasista con la entrada del Plan Bolonia, la nueva forma de las becas-hipotéca (siguiendo el modelo de EEUU), el aumento de ratio en las escuelas públicas, el desvío descarado de fondos de la pública a la privada-concertada, etc. También estamos viendo como el sistema sanitario público, el mejor del mundo, está siendo desmontado a pasos agigantados, primero acabando con la universalidad a través del copago selectivo, luego con la expulsión por motivos racistas de los inmigrantes irregulares, la introducción de la gestión privada en los hospitales, o la eliminación de la gratuidad de la misma a los jóvenes de 26 años que no hayan cotizado y sus familias tengan recursos. Esto por nombrar algunas medidas porque podríamos seguir con la dependencia, la justicia, etc.

Sin embargo el PSOE ha decidido hacer la oposición (in)útil, calificada así por su Secretario General Rubalcaba, tratando de alcanzar acuerdos con el gobierno del PP. Parece que la desmemoria de Rubalcaba, y de su equipo, es enorme, y parece que no han hecho un análisis crítico de la situación actual. El PP no acuerda nada con nadie, porque tiene mayoría absoluta que le garantiza no necesitar de nadie, y porque donde no la tiene pacta con los nacionalistas que están de acuerdo en esencia con sus ideas neoliberales (UPN, FORO, UPYD, CIU, etc.). Por otro lado están aplicando su programa máximo ideológico, que aunque comparte ciertas similitudes en economía con el PSOE de Rubalcaba (que es social-liberal) no necesitan del apoyo del principal partido de la oposición, y cuando lo hacen es porque les beneficia enormemente. Ejemplos de ellos tenemos muchos, la Reforma de la Constitución, donde al final los populares impusieron su propio objetivo del déficit (cosa que ya dijimos en su momento los que estábamos en contra), el pacto por la Justicia de 2001 (roto en 2009), que ha producido la mayor politización a la derecha de la judicatura, la ley sobre la banca, etc. Y cuando no les interesó pactaron en contra, como en Educación, etc., pero parece que el complejo de los gobernantes de izquierdas después de Aznar hace que éstos piensen que tienen que pactarlo todo para diferenciarse de los gobernantes populares.

En la situación actual ésta política de (no) oposición está a punto de convertir al PSOE en una fuerza irrelevante en la política nacional con una caída de intención de voto, que ya está cercana al 23%, IU por su lado no logra capitalizar el descontento, con una intención de voto del 10%, con una nefasta política mediática y la conversión de la izquierda plural en una suerte de grupo mixto 2, con lo que difícilmente logrará enviar un mensaje claro a los ciudadanos. A Rubalcaba habría que recordarle la frase del Conde de Leinsdorf, de la novela de Robert Musil titulada ¨ El hombre sin atributos ¨, que decía: ¨ ¡Querido doctor en la historia de la humanidad no hay retroceso voluntario! [...] Lo que existió antaño no volverá jamás a existir de la misma forma ¨. Bajo este principio la política de la izquierda institucional española es totalmente desacertada, y más viendo la experiencia que tenemos con los gobiernos y la oposición de la derecha española, que cree que España es propiedad suya y que el resto que no compartimos sus ideas somos la anti-España.

En esta situación habría que realizar un análisis realista de la situación, realizar un giro a la realidad, abandonar las posturas pactistas y social-liberales carentes de todo realismo, y luchar por la consecución de un Frente de izquierdas amplio que frene la oleada antidemocrática neoliberal que amenaza la propia existencia de la democracia, al vaciarla de contenido, y amenaza la propia existencia de grandes capas de población lanzadas al abismo de la pobreza. Uno siendo de izquierdas no puede comulgar con dicha política aplicada por el PP y CIU, debe plantear una alternativa programática, lanzarse a la conquista de la calle y luchar por un mundo más justo y mejor, luchar por una economía para las personas y no una para el enriquecimiento de unos pocos a costa de las personas. No se puede seguir siendo cómplice de éstas políticas que nos llevan al abismo.

La convergencia antineoliberal: estado de la cuestión (Segunda Parte)


La convergencia antineoliberal: estado de la cuestión (Segunda Parte)
Armando Fernández Steinko | Investigador, ensayista y profesor en la Universidad Complutense
Fuente: Piensa y Actúa (http://asteinko.blogspot.com.es/)

2. Los partidos antineoliberales

Las “Mesas” han propuesto un programa antineoliberal de mínimos que, naturalmente, se puede y debe ir redefiniendo con el tiempo. No es posible  saber hoy exactamente qué partidos estarían dispuestos a suscribirlo  aunque la agudización de la crisis lo pone cada vez más fácil.  En todo caso, el espectro está relativamente claro: desde los sectores socialistas no socialliberales hasta las formaciones más explícitamente anticapitalistas pasando por algunas formaciones -o al menos algunas corrientes dentro de estas formaciones- con una fuerte adscripción identitaria pero sensibles a un discuros antineoliberal, así como  los sectores potencialmente antineoliberales del ecologismo (sectores dentro de Equo, por ejemplo). Que estos útlimos partidos se incorporen a un bloque antineoliberal depende de la corriente que se imponga dentro de ellos. Más difícil parece ganar a los partidos independentistas para un proyecto así, hoy por hoy casi exclusivamente orientados a contruir su propio proyecto soberanista no sólo al margen, sino contra “el Estado español” -sea republicano, sea democrático o no-, el mismo que la izquierda estatal necesita construir y democratizar frente a las políticas neoliberales de Estado mínimo.

El grueso del poder institucional está concentrado hoy en Izquierda Unida. Decidió en su última Asamblea Federal su “refundación”. Aunque este proyecto fue formulado de forma vaga, el grueso de la organización entendió que se trataba de democratizarla y mejorarla hacia dentro (“refundación de IU”) y también de crear un espacio político y electoral más amplio en el que tuvieran cabida más actores y que conectara más decididamente con los movimientos sociales, es decir, que abriera un escenario de “hegemonía plural” (“refundación de la izquierda alternativa”). Ninguno de los dos proyectos acabaron prosperando e IU sigue siguió siendo el reclamo electoral de un solo partido -el PCE- hasta que la creación del partido Izquierda Abierta la ha convertido en una “coalición” en el sentido literal del término.  Izquierda Abierta goza de un apoyo importante entre profesionales urbanos con presencia en los medios de comunicación. Este hecho, que sólo en parte contrarresta la espalda que le han dado muchos profesionales a la izquierda alternativa con su acercamiento a UPyD, es una aportación importante al bloque antineoliberal. La “convocatoria social” lanzada por el PCE va en un sentido inverso al de la convergencia y la pluralización. Se trata del intento de crear un movimiento social  “propio”  antes que de  acercarse a los existentes. Este intento no tiene en cuenta que la verdadera aportación que pueden hacer los movimientos sociales a un bloque antineoliberal pasa por mantener la  autonomía de estos últimos, lo cual no excluye la  coordinación y el diálogo con ellos. Poco nuevo pueden aportar los movimientos sociales si sólo son “expresiones” en la calle de determinados  partidos. De cara a las elecciones generales la dirección de IU modificó esta estrategia acercándose a dichos movimientos, reconociendo la importancia del fenómeno del 15-M, y reconociendo también su autonomía e incluso en parte contando con algunos de sus activistas para la confección de listas electorales. Fruto de esta modificación es la candidatura de Alberto Garzón en el primer puesto por Málaga, al que la dirección del PCE dio prioridad por encima del candidato inicial del “aparato”. Pero en las elecciones al parlamento de Andalucía la estrategia retornó al punto anterior. La dirección del IU-CA no se mostró receptiva al llamamiento que hicieron los movimientos sociales andaluces, junto con otros partidos antineoliberales menos importantes, para crear listas conjuntas y reforzar la apuesta institucional con apoyos firmes y consensuados en los movimientos sociales. El proceso de negociación con Griñán  transcurrió por estos mismos cauces autosuficientes  y su participación en el gobierno andaluz tampoco ha tenido en ningún momento en cuenta la información, la opinión o la complicidad de los movimientos sociales que no fueron consultandos o incorporados al proceso, ni tan siquiera de forma simbólica. Es lógico que estos se abstengan ahora de defender las medidas que tome dicho gobierno y que no se sientan ni tan siquiera moralmente obligados a legitimarlas independientemente de sus contenidos. Teniendo en cuenta la necesidad de hacer recortes, siempre difíciles de legitimar y que justamente por ello exigirían esfuerzos adicionales de comunicación, se puede decir que aquí hay una visión altamente voluntarista e ingenua del poder que pueden desplegar las instituciones. La sensación que transmite hoy a dirección de Izquierda Unida, aparentemente animada por los resultados electorales, es que no apuesta por construir una  hegemonía compartida para luchar contra el neoliberalismo sino que considera que se vale por sí misma.
Si tenemos en cuenta el importante apoyo político que aún conserva el PSOE y el importante poder -formal e informal- que ha acumulado a lo largo de los años, parece difícil consolidar un polo antineoliberal en España si no es ganando una buena parte del apoyo y de la influencia que aún conserva este partido mayoritariamente socialliberal. Una parte muy importante de sus votantes -y también de sus militantes- apoyarían un proyecto antineoliberal, pero estos parecen ser  muy reticentes a apostar por otras opciones políticas y la mayoría prefiere, si acaso, la abstención. La creación un espacio socialista propio de orientación antineoliberal incorporándolo a un Frente de Izquierdas siguiendo el ejemplo francés y griego podría provocar aquí un reforzamiento y una pluralización importante del polo antineoliberal. Como en Francia, en Alemania y Grecia, dicho espacio sólo puede ser el resultado de un agrupamiento de votantes y miltantes socialistas, su transformación en una organización o corriente independiente y la incorporación de esta a un Frente de Izquierdas con el resto de las fuerzas antineoliberales. Este proceso ya está en marcha (http://contruyendolaizquierda.blogspot.com.es/)

Izquierda Anticapitalista (IA) ha venido trabajando en la creación de un polo político propio junto a personas activas en Ecologistas en Acción y en el sindicado CGT. En la actualidad, su dirección está en manos de gente  bastante joven con un discurso,  en el que la idea de la convergencia parece tener poca cabida, y que la ha llevado a cosechar resultados mediocres en las últimas elecciones. La evolución poco prometedora de esta estrategia en su organización hermana francesa (NPA), tras el desgajamiento de dos grupos  (Izquierda Unitaria y Convergencia y Alternativa), ambos incorporados al Front de Gauche junto al Partido Comunista Francés y el Parti de la Gauche formado por ex-socialistas de orientación antineoliberal, podría animar a IA a un cambio de estrategia. También Equo ha destinado sus principales energías a constuir un espacio propio, con lo cual ha sido poco receptiva a un mensaje de convergencia. En su seno hay sectores que podrían forzar la incorporación del partido en una alianza tipo Front de Gauche en Francia, si bien su fuerte dependencia del Grupo Verde Europeo y la, hoy por hoy, escasa orientación antineoliberal de dicho grupo, lo podría dificultar. No hay que descartar que se produzcan cambios, sin embargo, dada la extrema volatilidad de la situación. La incorporación de otros grupos de la izquierda organizada con programas anticapitalistasa a un bloque antineoliberal depende de si consideran compatible el “neoliberalismo” con su proyecto  “anticapitalista” y de que las corrientes unitarias se vayan haciendo mayoritarias dentro de las respectivas organizaciones.

Conclusión: el Frente de Izquierdas

El columna del poder institucional es fundamental para enfrentarse al neoliberalismo. Ni la justificada crítica de las culturas políticas institucionales o del secuestro de las instituciones por parte de los intereses endogámicos (financieros, “clase política” etc.) debe dar lugar a engaño: la legitimidad democrática no emana sólo de la “gente” activa en las plazas o en las ONGs.  Las instituciones, tal y como  han sido diseñadas, no facilitan los cambios profundos, pero siguen siendo fundamentales para provocarlos. En los últimos meses se ha avanzado hacia la convergencia, pero también se han dado pasos atrás. Lo que ha prevalecido es la consolidación de los espacios políticos e institucionales propios, pero no con la perspectiva de converger  en algún punto, sino haciéndolo frente al resto. Es posible que algunos de estos procesos hayan sido necesarios, pero urge inaugurar ahora una nueva etapa: toca darle prioridad prioridad absoluta a la convergencia, a la construcción de una hegemonía compartida, también en alianza con los movimientos ciudadanos pero en cualquier caso frente a las dinámicas endogámicas y a la tentación de crear hegemonías unilaterales. Prácticamente todas estas organizaciones reconocen y apoyan la importancia de la unidad y, por ejemplo, la labor de las Mesas de Convergencia. Pero su participación en iniciativas conjuntas ha ido menguando en los útlimos meses a pesar de una retórica unitaria que todos parecen sentirse obligados a mantener. Decididamente es necesario que cambien las cosas: tanto dentro de esta columna, como en su relación con las demás.   

El formato que más se ajusta a la contrucción de una hegemonía compartida es el de la formación de una una coalición tipo “Front de Gauche” en Francia o tipo “Syrizia” en Grecia. En ella tienen que estar representadas  las dos o tres grandes tradiciones de la izquierda y, en cualquier caso, la tradición socialista debido a su particular peso en la izquierda hispana. También los sectores más antineoliberales de los partidos de adscripción identitaria dispuestos a desarrollar proyectos compartidos, así como sectores del ecologismo organizado, tienen un lugar en este espacio. La incorporación a un Frente de Izquierdas no tiene que conducir a la liquidación  de  la identidad programática de las diferentes organizaciones políticas, pero en ningún caso debe debería tratarse sólo de una coalición electoral. Puede y debe generar, además, una dinámica de comunicación con capacidad de liberar recursos políticos (“sinergias”)  adicionales,  de conectar con los movimientos sociales y de ir aproximando esquemas mentales, estrategias y lenguajes. Una pieza a encajar aquí es la de las personas que no están, ni tampoco pretenden afiliarse a ninguna organización política, pero que sí participarían activamente en una dinámcia de Frente de Izquierdas: habría que buscar un encaje para ellas cuyo número podría llegar a ser más importante que el de la suma de todos los afiliados de las diferentes organizaciones. Otra pregunta importante es la siguiente: ¿dónde está depositada la legitimidad para decidir cuestiones peliagudas como la participación en gobiernos de coalición? Hasta ahora esta consulta, cuando se hace, sólo afecta a los afiliados como si fueran ellos los únicos responsables de un determinado resultado electoral. Cuando, como en décadas pasadas, la afiliación era sustancialmente mayor y más representativa de la sociedad, este tipo de consultas estaban más legitimiadas.  Pero la cosa cambia cuando los afiliados son muy pocos y muchas veces poco representativos como sucede en los partidos de cuadros que son la mayoría también en el campo de la izquierda alternativa. Otra pieza relacionada con esta es el procedimiento de confección de listas electorales: ¿son suficientes los consensos internos en los partidos o no saldría reforzado el bloque antineoliberal si se organizaran primarias en las que pudiera participar un grupo amplio de ciudadanos organizados y no organizados?
Lo que queda descartado, en cualquier caso, es la posibilidad de ampliar el poder institucional de la izquierda antineoliberal con políticas de hegemonía única, sean del signo que sea. Los partidos políticos tampoco le hacen un flaco servicio  a la lucha contra el neoliberalismo con estrategias reducidas a acaparar recursos económicos e institucionales escasos destinados a sanearse hacia dentro, a pagar liberados, a hacer “visible” su propia organización frente a las otras etc.. Esto no sólo produce un justificado desencanto entre los ciudadanos, sino que refuerza el desencuentro entre partidos y movimientos sociales debilitando el bloque antineoliberal.


3. El trabajo organizado

El neoliberalismo es un proyecto destinado a forzar un aumento de las rentas del capital, de las rentas financieras y de las rentas inmobiliarias a costa de la remuneración del trabajo. La principal función de los sindicatos consiste en impedirlo. En España son débiles pues se tuvieron que consolidar en un momento en el que la renta ya empezaba a arrinconar al trabajo (aumento del desempleo estructural, primeras políticas monetaristas ya hacia mediados de los 1980 etc.). Con todo: son los únicos espacios organizados que tupen todo el territorio de forma comparable a, por ejemplo, la iglesia. No hay ningún otro espacio con varios millones de afiliados cotizantes, por mucho que esta cotización sea una forma muy débil de compromiso y que esconda orientaciones políticas mas distintas de lo que parece. En los años 1990 el grueso de los sindicatos europeos se ha sumado a una estrategia corporativa (el “corporativismo para la competitividad”: ver Revista Mientras Tanto nº 83 y 84) plasmada en el Tratado de Lisboa. Este se inserta en un modelo económico del que han salido ganando los países fuertes a costa de los débiles y se ha convertido en  uno de los orígenes del actual colapso financiero en Europa que nace en buena medida de los desequilibrios comerciales. Esto, además de la tendencia a convertirse en meras “empresas de servicios” despolitizadas, les ha permitido ganar afiliados en los tiempos del capitalismo inmobiliario, pero les ha restado recursos para reaccionar a la actual situación de cambio. A esto se suma el desplome de una parte de la armadura institucional creada desde 1978 en la que los sindicatos tenían una importante cabida, así como la erosión de algunos ejes del derecho del trabajo, en ambos casos debido a las medidas de los partidos mayoritarios.
Con todo: por mucho que los sindicatos hayan apostado en los últimos años por una estrategia que ha resultado ser insostenible, se trata de piezas de las que en ningún caso se puede prescindir en la lucha contra el neoliberalismo. Las últimas huelgas generales son sólo un ejemplo de ello. Pero, igual que los movimientos sociales y los partidos políticos, los sindicatos tienen sólo un determinado radio de influencia. Nunca podrán ser espacios tan politizados como los partidos, lo cual no quita para que tengan que elevar su nivel de politización, un imperativo inesquivable en la actual situación de cambios profundos. Esta revisión pasa por acercarse a los movimientos sociales y a los partidos antineolibrales, y al revés. Una tarea que tiene pendiente mucha gente que participa en el 15-M es informarse sobre la realidad interna del mundo laboral y sindical, sobre las las dinámicas de poder y de explotación que rigen en las  empresas y, en consecuencia, sobre el trabajo diario y meritorio de la mayoría de los delegados sindicales. Pero el desencuentro entre los nuevos movimientos ciudadanos y sindicatos, y los partidos es grande también por razones estructurales:  el paro juvenil, el retraso de la incorporación al trabajo y la temporalidad laboral reduce objetivamente los contactos de los jóvenes con el movimiento obrero. Pero por muy difícil que sea: su aproximación sigue siendo imprescindible.  
UGT y CCOO tienen un pacto estratégico de unidad sindical y representan el grueso del poder del trabajo organizado en España. Más o menos profundo es el desencuentro entre estos y otros sindicatos más pequeños o nacionalistas como sucede en Euskadi y Galicia. El poder sindical es superior al que se desprende del (bajo) nivel de afiliación, pero demasiado escaso como para prescindir de un acercamiento consecuente a partidos antineoliberales y movimientos sociales (poder blando), máxime teniendo en cuenta que ninguno de los grandes medios de comunicacación social defienden la posición del trabajo frente al capital. Los sindicatos han mostado una tendencia a sobrevalorar la sostenibilidad de su propio poder intitucional, lo cual les ha llevado a infravalorar la importancia de su alianza con el resto de la  sociedad, una situación que sólo cambia cuando se intenta reforzar la legitimidad de las huelgas (por ejemplo: “todos los los ciudadanos  están interesandos en que las condiciones del trabajo de los empleados públicos no sean precarias: productores y consumidores tienen intereses afines”. Esto se ha traducido en una tendencia a tratar de forma poco igualitaria a las demás columnas (por ejemplo convocando reuniones para hacerse una foto con los movimientos sociales y no para desarrollar estrategias conjuntas) que han reforzado los desencuentros. Esta sobrevaloración del propio poder tiene consecuencias graves en un momento en el que el pactado en los grandes acuerdos de la Transición se está debilitando rápidamente en los últimos años. 


Conclusión: politización y conocimiento mútuo.

El trabajo organizado es una pieza imprescindible para un bloque antineoliberal.  Incluso en España, donde el nivel de afiliación sindical es bajo, el paro muy alto y donde mucha gente -sobre todo jóven- nunca ha  tenido una experiencia laboral estable que facilite su aproximación a los sindicatos. Se observa últimamente un intento de aproximación a los movimientos sociales por parte de los sindicatos mayoritarios -por ejemplo a ATTAC pero también al 15-M: ver el apoyo sindical a los actos del 12-M de 2012, creación de la Plataforma por la Defensa de los Servicios Públicos-, pero los desencuentros siguen siendo grandes de forma que hay que dedicar más  recursos a reducirlos. Algunos activistas del 15-M tienen una fuerte tendencia a tirar al niño con el agua (“todo lo viejo es inservible, hay que empezar de cero” etc. ), también las décadas de paciente trabajo acumulado por el movimiento sindical. Por mucho que algunas críticas  a los sindicatos sean justificadas o que no se compartan algunos de sus acuerdos -que, por lo demás, son libres de firmar bajo su propia responsabilidad-: es un error tratar a los sindicatos como enemigos tal y como hacen algunos activistas procedentes de los ambientes profesionales urbanos. Aquí hay muchas veces una simple necesidad de información. Encuentros frecuentes, cursos compartidos y ganas de aprender los unos de los otros, podría desbloquear mucho las cosas en beneficio mútuo. Así, por ejemplo, los sistemas de comunicación por red desarrollados por los activistas del 15-M podrían convertirse en una aportación muy interesante para la estrategia de movilización sindical.


4. Hacia un nuevo ciclo de convergencias

Las tres columnas del poder antineoliberal son son excluyentes sino complementarias. Incluso dentro de la columna de las organizaciones políticas hay una solución realista para dejar detrás las rivalidades: la creación de un Frente de Izquierdas sobre la base de un programa antineoliberal común. La crisis y los deseos mayoritarios de la población no conducen automáticamente a la aproximación y la unificación de fuerzas: hay demasiados ejemplos en la historia de división en momentos en los que había que haber hecho todo lo contrario, división que sólo tras la derrota fue identificada como “suicida”. Lo que ha sucedido en los últimos meses no es todo esperanzador en este sentido. No es suficiente con declarar la “necesidad de unidad”: hay que hacer esfuerzos concretos y continuados dándole una prioridad estratégica a la convergencia que hoy (aún) no tiene. Esto pasa por reconocer la  necesidad mútua y la complementariedad de las tres columnas, incluida la importancia del “poder blando” que pueden desarrollar los movimientos sociales para el arrinconameinto cultural del neoliberalismo en un contexto de escasa pluralidad informativa. Antes que invitar de forma idealista y solemne a la “unidad”, parece más prometedor que las personas activas en cada uno de estos tres espacios con buenas relaciones y simpatías con espacios colindantes abran brechas de comunicación entre ellos, tomen la iniciativa en la organización de foros, encuentros y acciones comunes que podrían desembocar en la puesta en marcha de actos públicos unitarios dirigidos a toda la sociedad pero también a aquellos que son insensibles al dramatismo del momento y siguen tocando  el arpa en sus minúsculos espacios. Las Mesas de Convergencia Ciudadana y Acción Social lleva un año largo trabajando en esta dirección: sumarse a ellas  desde la autonomía de cada uno, es una forma como otra de sumarse a la única estrategia que puede salvarnos de la extensión de la barbarie: la convergencia de todas las fuerzas antineoliberales.